Apareciste, sonaste, te fuiste y, al año, volviste, tal y como hacen las buenas canciones. Como una descarga ilegal, bajé, pues eso es a lo que incita una buena melodía. Poco a poco, me habitué al compás de tus notas, pues ocurre igual que cuando pasas un tiempo sin escuchar tu canción favorita: que, al hacerlo, suena aún mejor. Sé que no me equivoco, porque aunque la carcasa ya llamaba mi atención, el interior lo corroboró.
Principalmente suena a indie, aunque a veces suena a pop; y, en ocasiones, a drogas, sexo y rock and roll. Constantemente suenas y mi oído lo agradece, pues digamos que mi canto a veces no entona correctamente. Yo me pido ser los coros y tú, la voz cantante.
Por el momento seguiré escuchando, con eso me vale; pero da por hecho que rasgaré mi guitarra. Cogeré carrerilla, saltaré de cabeza y nadaré en tu música. Todo depende del compás que marques.