Mucho tiempo sin escribir, lo sé. Es solo que a veces no hay tiempo. Otras, pereza. En ocasiones quiero contar tanto que no veo manera de contarlo y en ocasiones quiero contar algo y no hay nada que contar.
Contar, contar y contar.
Cuentas las horas para que llegue un día y, cuando éste acaece, termina sin nada que contar.
Cuentas con gente y al final la cuenta es cero, porque los que antes contaban de uno en uno cuentan ahora de dos en dos, mientras tú avanzas contando los capítulos para el final del cuento.
Y terminas siendo eso, el cuentacuentos. El que rememora finales y el que imagina comienzos. El que no vive cuentos, sino sueños.
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