Sé que no escribo nada últimamente. Ni tuiteo, ni posteo, ni realmente hago algo de interés. Yo se lo achaco al verano y a su calor, y a todo el tiempo libre que me otorga pero que finalmente siempre queda perdido. Se lo achaco a la pereza y al cansancio, que este año ha sido duro y merezco un descanso.
Me defiendo y digo que es por vuestra culpa, amigos, que me entretenéis con vuestras fiestas, vuestras risas y delirios. Le echo la culpa a George Orwell, que me incita a leer; a los Arctic Monkeys, que me invitan a escuchar, y a Party Rock Anthem que me obliga a bailar. Continúo y digo que es por culpa de Neox y sus series, que me hunden a carcajadas en el sofá de mi casa. Me enfado y afirmo que es por culpa de aquella que pretende seguir en el presente cuando forma parte del pasado. Pero, sobre todo, sé que es por ella, que volvió este verano. Por estar ahí, quién sabe si esperando. Por la risa que dibuja al sentarme a su lado. Si no escribo es por ella, pero también por ella es si lo hago.
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