viernes, 3 de diciembre de 2010

Minutos y deshoras

Se recomiendan ocho horas de sueño para descansar efectivamen-
te. Las mismas que, de media, trabajamos en el día. Trabajo al que, como mínimo, tardamos un cuarto de hora en llegar. Ida y vuelta, media hora. Gastamos otros treinta minutos en la comida, treinta más en la cena y, apurando, quince en el desayuno. Pongamos tres cuartos de hora para el aseo, incluyendo duchas, cepillados, afeitados y depilaciones. Añadimos una hora de compras, recados y obligaciones varias. Media hora más de vacío mental frente a anuncios y banalidades, pérdidas de tiempo y despistes. Hacemos cálculos; sumamos, restamos, y el resultado: cuatro horas de vida diarias. Cuatro. Tan solo una sexta parte del día para relajarnos, disfrutar y ser libres.
Al final nos encontramos pendientes de dos absurdas manecillas, condicionados por un constante y eterno “tic tac”, y no nos damos cuenta de que realmente el tiempo lo hemos creado nosotros. Si el tiempo fuera oro, la humanidad estaría en crisis.

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