martes, 16 de julio de 2013

Juntos, volar

Con los brazos extendidos, volaba en un cielo azul marino. Mi cuerpo se dejaba llevar en esa sensación de ingravidez mientras notaba el frescor por mi piel.
Me elevé un poco y arriba torné mi cuerpo hacia abajo, descendiendo en una diagonal para ascender de nuevo antes de rozar el suelo.
A mi lado, mi chica flotaba conmigo. Nos miramos y, sin decir nada, ambos sabíamos que estábamos disfrutando.
Absorbí una bocanada de aire en esa paz silenciosa y noté cómo mis pulmones se llenaron de aire. Espiré y mi alrededor se llenó de burbujas. Nunca imaginé que bucear regalaba esa sensación.
Miré una vez más a mi chica. Acostumbrada al agua, se movía sin problemas, elegantemente, entre esa masa azul. Como yo, estaba feliz.
Me alegré de celebrar así nuestro primer año juntos.

domingo, 4 de marzo de 2012

La fiesta de la casa de al lado

Debería estar estudiando física para mi examen del martes, pero la fiesta que se está llevando a cabo en el piso de al lado ha frustrado mis buenas intenciones. Sin duda, un claro ejemplo de la relación causa-efecto.
Es curioso, porque al comenzar mi estudio he encendido la radio para amenizarlo, pero mi sentido común me ha concienciado de que mi rendimiento sufriría una mejora cuanto menos exponencial en la tranquilidad del silencio. Diez minutos después, un coro de voces latinoamericanas ha invadido la calma, al igual que dos zapatos nuevos en los pies de un niño invaden un charco.
Al principio me he hecho el fuerte, pues me veo capaz de soportar a Fuegote Chico Latino (nombre estándar de cantante latinoamericano) mientras intento comprender a Schrödinger (cuyo nombre por sí solo ya es bastante difícil de escribir); hasta que han comenzado a sonar los tambores de Safri Duo. Ha sido justo en este momento cuando la hasta ahora denominada "fiesta" ha pasado a recibir el nombre de "reunión lúdico-festiva", pues los organizadores no pueden aspirar a más incluyendo esa canción.
El caso es que lo que más me está llamando la atención de susodicha reunión no es el desperdicio de decibelios ni la pésima elección de las canciones, sino la chica que está cantando todas y cada una de ellas, lo cual es sorprendente en vista del anteriormente valorado repertorio. Tan entregada está la chica que hasta canta aquellas que no tienen letra; todo un ejemplo de superación. Sus padres deben de estar orgullosos.
Todavía no ha sonado el "Ai se eu te pego". Ésto ya sí que es digno de mencionar, pues no ha existido nada tan versionado desde la inclusión de la palabra "puta" en los insultos. Desviándome del tema, debo decir que lo que más me impacta de este, llamémosle, fenómeno temporal musical es su cantante, Michel Teló, que en un acto de insospechada fortuna se ha hecho internacionalmente famoso por una sola canción. Eso es como si una mujer se follase a un torero y viviera de ello toda su vida. Bueno, tal vez en España eso no sea tan raro.
Pero volvamos a la reunión lúdico-festiva, metafóricamente hablando, que no creo que sin pase VIP nos permitan entrar al fiestón. Una lástima, oye.
Me he dado cuenta, al igual que el resto del bloque, de que a veces paran la música. Buscando una explicación a este inquietante hecho he llegado a barajar dos posibilidades. La primera es que el Dj se queda dormido (o al menos traspuesto) con sus propias canciones. Ésta es sin duda la opción por la que más firmemente apuesto. La segunda opción es que quitan la música cuando oyen voces externas a la reunión y la bajan para evitar represalias. Esta opción, aunque posible, sería sumamente absurda, puesto que las grietas que deben haber creado las ondas sonoras en los tabiques del edificio les delatarían ipso facto.
De todos modos, a no ser que mis timpanos haya terminado por reventar, parece que esta vez la música ha parado definitivamente. Tal vez a alguno le ha dado un coma etílico. Eso o que están ahora todos magreándose. 
No, definitivamente ha sido la chica de las canciones, que ha sufrido un ataque de hipoxia por cantarlas todas.

sábado, 21 de enero de 2012

Balas silbando

Rápidamente, se tiró al suelo al oir los primeros disparos. De repente se encontraba en medio de la linea de fuego, agachado junto al resto de civiles, y la imagen de ella vino a su mente. Las balas sobrevolaban las cabezas en todas las direcciones y era cuestión de suerte, o más bien de la falta de ella, que tarde o temprano impactaran en su cráneo. 
Se puso en pie y fue en su búsqueda; no iba a dejar esta vida sin que ella lo supiera. Entre el alborotado gentío la vió. Ella también corría hacia él. Se abrazaron. Él la besó la mejilla, bajó a la comisura y, por primera vez, besó sus labios. Mientras, las balas seguían silbando.
"Pensaba que te perdía sin haberte tenido" - le dijo años después.

sábado, 17 de diciembre de 2011

El cuentacuentos

Mucho tiempo sin escribir, lo sé. Es solo que a veces no hay tiempo. Otras, pereza. En ocasiones quiero contar tanto que no veo manera de contarlo y en ocasiones quiero contar algo y no hay nada que contar.
Contar, contar y contar.
Cuentas las horas para que llegue un día y, cuando éste acaece, termina sin nada que contar.
Cuentas con gente y al final la cuenta es cero, porque los que antes contaban de uno en uno cuentan ahora de dos en dos, mientras tú avanzas contando los capítulos para el final del cuento.
Y terminas siendo eso, el cuentacuentos. El que rememora finales y el que imagina comienzos. El que no vive cuentos, sino sueños.

lunes, 31 de octubre de 2011

A mi hermano

Mi hermano es de esa clase de personas que es imposible catalogar. Es, primeramente, luchador; pues si la genética se le complica, él le planta cara día a día hasta dejarle KO. De la misma manera que planta cara a todo aquel que no comparta su opinión, venciéndole con sus interminables exposiciones político-económicas que cada noche amenizan nuestras cenas.
Defensor de sus ideas, aborrece las injusticias, ya sean éstas a negros, blancos, manifestantes o policías. Estará presentes en todos los buenos momentos, al igual que en aquellos negros; y aunque dibujando no sea un artista, dad por hecho que os dibujará más de una sonrisa. Ambicioso en su justa medida y justo en todos lo ámbitos. Curioso, comienza a hacer de todo y al final de todo sabe un poco, aunque él mismo diga luego que eso es de locos. Admirador de la naturaleza, ama la gran ciudad; le gusta visitar el campo pero vivir en su Madrid natal. Como Indiana, explorador y viajero, primero España, luego Europa y en poco el mundo entero. Contrario a las millonadas, pero seguidor del Madrid, pues hay ciertas cosas aceptables si éstas te hacen feliz.
Es por ello que cuando me preguntaban a quíen admiraba de pequeño, yo contestaba: "A mi hermano"; porque así, sin quererlo, se convirtió en un ejemplo nato. Y sí, claro, a veces se mete conmigo y defiende ideas que no comparto, pero es su actitud luchadora la que yo alabo. Son sus ganas, su fuerza, su ritmo y la forma de jugar los dados. Es su carisma, su espíritu, el ejemplo de gran hermano. Orgulloso de que él lo sea, y orgulloso de ser su hermano.

lunes, 26 de septiembre de 2011

En solo siete días

Hay veces en que de repente todo va bien. Veces en las que te levantas descansado y, al mirarte al espejo,  estás mejor que nunca, aún con legañas y despeinado. Veces en las que un mensaje te propone un plan inesperado y tú, obviamente, lo aceptas encantado. Veces en las que empezar algo nuevo no supone miedo, sino ilusión, ganas y charlas en el metro.
Hay veces en las que no sabes por qué, pero sabes que todo irá perfecto. Hay veces en que cualquier canción es buena, siempre que se amolde a los pasos del trayecto. Veces en que los chipiro- nes, aunque nunca los hayas probado, te arranquen sonrisas e ilusiones. Veces en las que correr para coger el tren no cansa, si es que corres por una buena causa.
Hay veces en que vacilar deja a un lado la timidez y da paso a la amistad. Veces en que conoces a un extraño al que parece que estás unido y le conoces desde hace años. Veces en las que un millón de besos no es nada comparado con sus manos. Veces en las que tus mejores amigos dejan de serlo, y se convierten en hermanos.
Hay veces en las que solo quieres que el tiempo no corra, pues si pudieras revivirías cada maravilloso segundo una vez y otra.
En definitiva, hay veces en las que parece sonreírte la vida, y con solo siete días te das cuenta de lo que tienes, lo que buscas y lo que necesitas.