sábado, 25 de septiembre de 2010

Sueños en la noche (I)

No suelo recordar mis sueños. Generalmente, los dejo en la cama y me olvido de ellos. En cambio, el de hoy, aunque no del todo completo, lleva dando vueltas en mi cabeza todo el día.
Al comienzo del sueño me encontraba yo frente a tres pequeñas habitaciones. Las tres con una cuna a cada lado del cuarto y un recién nacido en cada una de ellas.
El sueño informó a mi subconsciente de que los seis pequeños se trataban de mis nuevos hermanos. Entré en una de las habitaciones y un flashback al más puro estilo Lost me mostró que habían nacido de dos en dos, siendo así colocada cada pareja en una habitación.
Por lo visto, mi misión consistía en vigilar cuál de cada pareja moría primero y cuál era el superviviente natural. Cruel, lo sé; pero en el sueño ni siquiera me inmuté, era como si tuviera que ser así, algo natural.
Salí de la primera habitación y entré en la del medio. En la cuna de la derecha me encontré con una niña rubia de ojos grandes. Pese a haber nacido hace apenas unas horas, bajó de la cuna, señaló al otro bebé y, hablando, trató de convencerme de que no debía esperar a que muriera ninguno de los dos, puesto que era ella quién debía sobrevivir. Yo no la hice caso y la devolví a su cuna.
En la tercera habitación tan sólo encontré a mis otros dos hermanos durmiendo, por lo que fui a ver a mi madre, que guardaba reposo en su cuarto. Allí pensé que tal vez aquella niña superdotada aprovecharía su precocidad para atacar al otro chiquillo. Corriendo, llegué a la habitación y comprobé que el bebé seguía con vida, al contrario que dos de sus hermanos, ya fallecidos.
Recordé al bebé de pelo moreno que compartía habitación con la niña y me di cuenta de que no tenía sentido alguno que murieran aquellas criaturas. Así, cogí con cuidado a los cuatro niños y los llevé con mi madre. No tenía por qué preocuparme, sabía que aquel pequeño no iba a morir. Los bebés recibieron sus nombres y Natalia, la niña rubia, comenzó a hablar alegremente. Así terminó el sueño; no supe qué pasó con los dos pequeños que no pudieron comenzar a vivir.
El caso es que en el mundo de los sueños sentí alegría por el desenlace, pero en el mundo real no puedo parar de pensar en la pérdida de aquellas pobres criaturas.

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